VISTEME DESPACIO QUE VOY DE AFAN
Las nuevas tendencias “slow” invitan a ir más despacio en la vida.
En la era moderna, la tecnología ha transformado drásticamente la forma en que vivimos, interactuamos y nos relacionamos con el mundo que nos rodea. Si bien los avances tecnológicos han brindado innumerables beneficios y comodidades, también han llevado a un estilo de vida acelerado y frenético que se ha convertido en una característica predominante de nuestra sociedad.
El «slow food», «slow fashion» y «slow beauty» son conceptos que surgieron como una reacción al ritmo acelerado de la sociedad moderna y promueven un enfoque más consciente, sostenible y ético hacia la alimentación, la moda y la belleza, respectivamente. Estos movimientos buscan contrarrestar la cultura de la velocidad y el consumo masivo, fomentando prácticas más responsables y respetuosas con el
medio ambiente.
El «slow food» es un movimiento que comenzó en Italia en la década de 1980 como una respuesta al auge de la comida rápida y la pérdida de las tradiciones culinarias locales. Se centra en la producción y consumo de alimentos de calidad, valorando los ingredientes frescos, locales y de temporada, así como las técnicas culinarias tradicionales. El “slow food” promueve la agricultura sostenible, la diversidad gastronómica, la justicia social y el disfrute de la comida como una experiencia placentera y social.
El «slow fashion» se refi ere a un enfoque consciente y ético hacia la moda. Busca contrarrestar la producción masiva de prendas de vestir de baja producción masiva de prendas de vestir de baja calidad y las condiciones laborales precarias en la industria de la moda.
El “slow fashion” aboga por la producción sostenible, el uso de materiales de calidad, la valoración de la artesanía y el diseño atemporal, así como la promoción de la moda
ética y la transparencia en la cadena de suministro. También se enfoca en comprar menos ropa, pero de mejor calidad, y fomenta el intercambio, la reparación y el reciclaje de prendas.
El «slow beauty» se basa en un enfoque holístico hacia la belleza, centrándose en prácticas más conscientes y naturales en el cuidado personal.
Promueve el uso de ingredientes naturales y orgánicos en los productos de belleza, evitando sustancias químicas nocivas. El “slow beauty”
también se preocupa por la salud y el bienestar en general, fomentando prácticas de autocuidado, como la meditación, la relajación y la conexión
con la naturaleza. Además, busca promover una imagen corporal positiva y la aceptación de la diversidad en la belleza.
Estos movimientos valoran la calidad sobre la cantidad, la sostenibilidad ambiental y social, y la conexión con las tradiciones y la naturaleza.
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